La gráfica indica que en Nicaragua el 57% de los evangélicos entre 26 y 40 años indicaron que sus padres no tienen estudios. Es más de la mitad del grupo en edad productiva que procede de hogares con progenitores sin educación formal. La Biblia en Proverbios 19:2 dice «también el alma sin ciencia no es buena».

Le sigue Guatemala, donde el 56% de los evangélicos de ese rango etario reportaron que sus padres no estudiaron. Es también más de la mitad en el vecino país centroamericano. Esto evidencia altos niveles de analfabetismo en la generación precedente.

 

Los altos porcentajes son indicativos de que muchos evangélicos en ambas naciones provienen de familias de extracción humilde, sin acceso a educación. Quizás al convertirse buscan superación y anhelan que sus hijos salgan de la pobreza a través del estudio.

Se infiere que la membresía evangélica en Nicaragua y Guatemala está compuesta mayoritariamente por personas que históricamente han estado privadas de oportunidades educativas. Al encontrarse con el evangelio, posiblemente priorizan que sus descendientes accedan más a las escuelas.

En resumen, más de la mitad de padres de evangélicos de 26 a 40 años en Nicaragua y Guatemala no pudieron estudiar. Son porcentajes altísimos que reflejan una realidad social de falta de instrucción que buscan superar a través de la fe.

 

 

 

 

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