La gráfica muestra que el 68% de los evangélicos en Brasil afirman estar muy satisfechos con su vida, mientras que en Argentina ese porcentaje es del 56%. Estos elevados niveles de satisfacción vital entre los creyentes son alentadores. «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y súplica, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias» (Filipenses 4:6).

Estos datos podrían reflejar que los evangélicos han encontrado la clave de la verdadera felicidad, que no depende de circunstancias externas sino de una perspectiva interior anclada en Dios. Como iglesias, perpetuemos este legado de gozo y plenitud, enseñando a vivir con gratitud y confianza en el Señor.

Sin embargo, aún hay porcentajes significativos que no se sienten plenamente satisfechos. Debemos procurar identificar y atender las causas de esta insatisfacción, ya sean materiales, emocionales o espirituales. Cultivemos comunidades acogedoras que brinden compañía, consejería y provisión en las áreas de necesidad.

Más allá de los números, cada persona es única con sus propias luchas y anhelos. Caminemos en empatía junto a cada hermano, celebrando sus logros y apoyándolos en sus batallas. Seamos iglesias que derraman el amor sanador de Cristo sobre cada vida individual.

Muchos evangélicos en Brasil y Argentina expresan altos niveles de satisfacción vital, posiblemente al haber descubierto la verdadera felicidad en Dios. Pero algunos aún no se sienten plenos. Como iglesias, transmitamos ese legado de gozo interior y brindemos contención integral para las necesidades insatisfechas. Caminemos empáticamente junto a cada persona, derramando el amor sanador de Cristo sobre sus realidades únicas.

 

 

 

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