La tabla muestra una tendencia preocupante de desconfianza hacia las instituciones electorales entre los evangélicos de los países latinoamericanos encuestados. En la mayoría de los casos, las opciones «Poca» y «Ninguna» confianza en las instituciones electorales superan ampliamente a las opciones de mayor confianza. Países como Venezuela, Honduras, Ecuador y Colombia exhiben los niveles más bajos de confianza, con más del 70% de los evangélicos seleccionando estas opciones negativas.
Esta desconfianza generalizada en las instituciones electorales podría interpretarse a la luz de las enseñanzas bíblicas sobre la justicia y la integridad. En Proverbios 11:1, la Biblia dice: «La balanza falsa es abominación para Jehová, pero la pesa cabal le agrada». Esto sugiere que los evangélicos podrían tender a desconfiar de las instituciones electorales que perciben como carentes de transparencia e imparcialidad, o que consideran que están sujetas a manipulaciones o irregularidades.
No obstante, hay algunas excepciones notables a esta tendencia de baja confianza en las instituciones electorales. En países como Uruguay, Costa Rica y México, una proporción significativa de evangélicos expresó niveles de confianza en estas instituciones. Esto podría indicar que, en ciertos contextos, los evangélicos perciben un mayor compromiso con la integridad y la transparencia por parte de las autoridades electorales, o que consideran que estas cumplen un rol importante en la defensa de la democracia y la expresión legítima de la voluntad popular.
Además de las variaciones entre países, es interesante notar que, en algunas naciones, las opciones «Mucha» y «Algo» de confianza en las instituciones electorales tienen un porcentaje marginalmente mayor en comparación con otras instituciones como el Poder Judicial o los partidos políticos. Por ejemplo, en Chile, México y Uruguay, los niveles de confianza en las autoridades electorales, aunque variables, superan a la confianza expresada en otras entidades públicas. Esto podría sugerir que, para algunos evangélicos, las instituciones electorales son vistas como garantes de la democracia y la legitimidad del proceso político, a pesar de la desconfianza hacia otras instituciones del Estado.