
La tendencia predominante muestra que la mayoría de evangélicos latinoamericanos no identifica las maras-pandillas como el tipo de violencia más frecuente en sus entornos. Venezuela lidera con 89.23% respondiendo «No menciona», seguido por República Dominicana (86.45%) y El Salvador (84.60%). Argentina registra 84.42% y Costa Rica 82.68%. Sin embargo, países como Ecuador muestran mayor percepción de actividad pandillera con solo 57.71% indicando «No menciona», mientras que Guatemala presenta 69.80% y México 73.65%. Esta distribución sugiere que la percepción de maras-pandillas como violencia predominante varía considerablemente según contextos regionales específicos.
La realidad de la violencia juvenil organizada encuentra eco en 1 Juan 3:12: «No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.» Los evangélicos comprenden que las maras-pandillas representan desviación de la juventud hacia estructuras de violencia que contrastan con los valores cristianos de hermandad y justicia. Esta perspectiva bíblica los motiva a desarrollar ministerios preventivos y de restauración dirigidos a jóvenes en riesgo de reclutamiento pandillero.
La categoría «Menciona» presenta concentraciones preocupantes en ciertos países: Ecuador lidera con 42.29%, seguido por Guatemala (30.20%) y Bolivia (28.17%). México registra 26.35% y Honduras 25.40%. Esta tendencia indica que aproximadamente una cuarta parte o más de los evangélicos en estos países identifica las maras-pandillas como la forma de violencia más frecuente en sus entornos. Los porcentajes elevados sugieren contextos donde grupos pandilleros han alcanzado niveles de presencia territorial que impactan significativamente la percepción comunitaria evangélica.
La distribución geográfica revela patrones distintivos: los países centroamericanos y andinos como Ecuador (42.29%), Guatemala (30.20%) y Honduras (25.40%) muestran mayor percepción de actividad pandillera, mientras que países del Cono Sur como Argentina (15.58%) y Venezuela (10.77%) registran porcentajes menores. Esta variabilidad regional sugiere que factores como migración juvenil, urbanización acelerada y debilidad institucional en territorios específicos influyen más en la experiencia de maras-pandillas que características inherentes a las comunidades evangélicas.
Las diferencias intrarregionales presentan contrastes significativos: mientras Ecuador registra 42.29% mencionando maras-pandillas, Perú presenta 24.48%. Similarmente, Guatemala muestra 30.20% mientras El Salvador registra solo 15.40%, paradójicamente bajo considerando la historia pandillera del país. Estas disparidades sugieren que políticas de seguridad específicas, programas de prevención de violencia juvenil y estrategias de control territorial ejercen influencia determinante en la percepción evangélica de la amenaza pandillera.
Los datos evidencian que la percepción de maras-pandillas como violencia predominante afecta desigualmente a las comunidades evangélicas latinoamericanas, con países como Ecuador, Guatemala y Bolivia mostrando preocupación alta (sobre 25% mencionando), mientras que Venezuela, Argentina y El Salvador presentan menor incidencia percibida. Esta realidad desafía a las iglesias evangélicas en territorios más afectados a intensificar ministerios juveniles preventivos, programas de reinserción social y estrategias de alcance comunitario que ofrezcan alternativas constructivas a jóvenes vulnerables al reclutamiento pandillero. La variabilidad regional subraya la necesidad de enfoques pastorales contextualizados que respondan específicamente a dinámicas locales de violencia juvenil organizada.