Los datos revelan que el acceso a educación superior completa (instituto superior, academias o técnica completa) es extremadamente limitado entre evangélicos latinoamericanos, con un promedio regional de apenas 5.7%. Colombia lidera con 16.06%, seguido por Argentina (15.58%), Chile (14.05%), Perú (9.13%) y Ecuador (4.41%). En el extremo opuesto, México (0.60%), El Salvador (1.01%), Panama (1.09%) y Paraguay (1.33%) presentan porcentajes inferiores al 1.5%, indicando que menos de dos de cada cien evangélicos en estos países han completado estudios superiores. Esta brecha de más de 15 puntos porcentuales entre Colombia y México evidencia disparidades dramáticas en oportunidades de educación terciaria, reflejando tanto diferencias en sistemas educativos nacionales como en barreras socioeconómicas que enfrentan las comunidades evangélicas.

La búsqueda de conocimiento encuentra fundamento bíblico en Proverbios 4:7: «Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia». El bajo porcentaje general de evangélicos con educación superior completa (5.7% regional) representa tanto un desafío como una oportunidad para las iglesias latinoamericanas. Esta limitada presencia en niveles educativos avanzados puede restringir la influencia evangélica en espacios profesionales, académicos y de liderazgo sectorial. Sin embargo, también motiva a las comunidades de fe a desarrollar programas de becas, mentoría académica y apoyo financiero para jóvenes prometedores, permitiendo que más creyentes accedan a formación superior que los equipe para servir como sal y luz en todas las esferas de la sociedad con excelencia profesional arraigada en valores cristianos.

La educación superior incompleta (instituto superior, academias o técnica incompleta) muestra porcentajes aún más bajos, con un promedio regional cercano al 2%. Perú lidera con 5.39%, seguido por Colombia (5.50%) y Argentina (3.90%). Estos datos indican que aproximadamente uno de cada veinte evangélicos en estos países comenzó estudios superiores pero no los completó, posiblemente debido a presiones económicas, responsabilidades familiares o falta de recursos para continuar. Brasil (0.63%), Panama (0.18%) y datos faltantes en varios países sugieren que la deserción en educación superior, aunque presente, afecta a proporciones mínimas de la población evangélica, principalmente porque muy pocos logran siquiera iniciar estos estudios.

Argentina (15.58% completa + 3.90% incompleta = 19.48%) y Colombia (16.06% completa + 5.50% incompleta = 21.56%) destacan como únicos países donde más del 20% de evangélicos ha tenido algún contacto con educación superior, completada o no. Chile alcanza 15.70% combinado (14.05% + 1.65%), mientras Perú llega a 14.52% (9.13% + 5.39%). Estos cuatro países representan contextos donde aproximadamente uno de cada cinco a siete evangélicos ha accedido a estudios terciarios, contrastando dramáticamente con México (1.20% combinado), El Salvador (1.01% completa sin datos de incompleta) y Panama (1.27% combinado) donde menos del 1.5% ha cursado educación superior.

Bolivia (1.88% completa + 1.41% incompleta = 3.29%), Ecuador (4.41% + 2.20% = 6.61%), Paraguay (1.33% completa), Uruguay (2.53% + 1.27% = 3.80%) y Venezuela (3.59% completa) presentan niveles intermedios-bajos de educación superior entre evangélicos, ubicándose entre 3% y 7% combinado. Estos porcentajes sugieren que entre 93% y 97% de evangélicos en estos países no ha completado ninguna forma de educación terciaria, manteniéndose en niveles educativos básicos o secundarios. La ausencia total de datos sobre educación superior incompleta en varios países (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Venezuela) podría indicar que los porcentajes son tan marginales que no alcanzaron registro significativo en la encuesta, o que estos sistemas educativos tienen menor incidencia de abandono porque pocos logran matricularse inicialmente.

El panorama de educación superior evangélica latinoamericana revela una realidad preocupante: más del 94% de evangélicos regionales no ha completado estudios terciarios, limitando severamente su capacidad de influencia en esferas profesionales, académicas y de liderazgo sectorial que requieren credenciales educativas avanzadas. Existe una marcada división entre países: Colombia (16.06%), Argentina (15.58%) y Chile (14.05%) lideran con porcentajes todavía modestos pero significativamente superiores al resto regional, mientras México (0.60%), El Salvador (1.01%) y Panama (1.09%) muestran presencia casi inexistente de evangélicos con formación superior completa. Los datos sugieren que barreras económicas, culturales y estructurales impiden masivamente que evangélicos latinoamericanos accedan y completen educación terciaria, perpetuando ciclos de limitada movilidad social y profesional. Esta realidad demanda que las iglesias evangélicas desarrollen estrategias comprehensivas de promoción educativa, incluyendo programas de becas, orientación vocacional, apoyo financiero y mentoría académica, reconociendo que la formación superior no solo beneficia individuos sino que equipa a la iglesia con profesionales capacitados para ejercer influencia transformadora en todas las áreas de la sociedad con excelencia técnica fundamentada en principios bíblicos, cumpliendo así el llamado a ser sal y luz en contextos cada vez más complejos que requieren conocimiento especializado y pensamiento crítico arraigado en cosmovisión cristiana.

 

 

Categorías: Entrada