La gráfica muestra que en República Dominicana el 50% de los evangélicos ha considerado emigrar del país, mientras que en El Salvador es el 33%. Estos significativos porcentajes reflejan situaciones sociales y económicas difíciles que impulsan a muchos a buscar nuevos horizontes. Como pueblo de Dios estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad (Mateo 5:14-16).
Aunque emigrar parece atractivo ante contextos complejos, también puede implicar dolor al dejar la tierra natal. Las iglesias deben ser fuente de esperanza y apoyo para quienes enfrentan esta decisión. Los creyentes podemos confiar en la protección de Dios, estemos donde estemos (Salmos 121:5-8).
Es vital que como seguidores de Cristo busquemos soluciones a los problemas sociales y económicos de nuestras naciones, en lugar de solo huir de ellos. Tenemos el llamado de ser agentes de cambio allí donde Dios nos ha situado (Jeremías 29:7).
La iglesia necesita acompañar tanto a los que se van como a los que se quedan, ayudándoles a discernir el plan de Dios. Todos requerimos una comunidad de respaldo. Finalmente, nuestra identidad radica en Cristo, más que en una nacionalidad (Gálatas 3:28).
En resumen, los altos porcentajes de evangélicos que contemplan emigrar en República Dominicana y El Salvador reflejan desafíos sociales que deben enfrentarse. La iglesia debe brindar esperanza y apoyo en medio de esta realidad. Los cristianos estamos llamados a buscar soluciones, confiando en Dios para impactar la sociedad donde estamos. La iglesia también debe proveer acompañamiento pastoral tanto a los que se van como a los que se quedan. Nuestra identidad se centra en Cristo.