La tabla muestra las percepciones de los evangélicos en diversos países latinoamericanos sobre el progreso en la reducción de la corrupción en las instituciones estatales en los últimos 2 años. Los datos se dividen en cuatro categorías: «Nada», «Poco», «Algo» y «Mucho». La mayoría de los países muestran altos porcentajes en las categorías «Nada» y «Poco», lo que indica una percepción generalizada de escaso progreso en la lucha contra la corrupción. El Salvador destaca con el mayor porcentaje (53.08%) en la categoría «Mucho», mientras que Paraguay tiene el porcentaje más alto (53.69%) en la categoría «Nada». Uruguay muestra el porcentaje más alto (44.16%) en la categoría «Algo».
Basándose en los datos de la tabla, se observa una tendencia predominante de escepticismo entre los evangélicos latinoamericanos respecto al progreso en la reducción de la corrupción estatal. En 12 de los 17 países, más del 60% de los encuestados considera que se ha progresado «Nada» o «Poco». Países como Paraguay (53.69% «Nada»), Argentina (55.84% «Nada»), y Ecuador (52.00% «Nada») muestran los niveles más altos de percepción negativa. Esta tendencia sugiere una desconfianza generalizada en la efectividad de las medidas anticorrupción en la región.
Esta percepción generalizada de corrupción persistente nos recuerda la importancia de la integridad y la justicia en el liderazgo, como se menciona en Proverbios 29:4: «Con justicia el rey da estabilidad al país, pero el que exige muchos impuestos lo arruina». La lucha contra la corrupción es un llamado bíblico a la rectitud y la transparencia en el gobierno. Sin embargo, también nos recuerda que debemos mantener la esperanza y trabajar por el cambio, como se exhorta en Gálatas 6:9: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos».
Se observa una tendencia de variabilidad extrema en las percepciones entre países. Mientras que El Salvador muestra un optimismo sobresaliente con un 53.08% en la categoría «Mucho», contrastando fuertemente con su bajo 5.90% en «Nada», otros países como Argentina presentan una visión mucho más pesimista con un 55.84% en «Nada» y solo un 5.19% en «Mucho». Esta disparidad sugiere que las experiencias y percepciones de la corrupción varían significativamente entre países, posiblemente reflejando diferencias en las políticas anticorrupción o en la efectividad de su implementación.
Finalmente, se identifica una tendencia de moderación en algunos países, donde las categorías intermedias «Poco» y «Algo» suman porcentajes significativos. Por ejemplo, en Costa Rica, estas categorías suman 59.78% (29.62% «Poco» y 30.16% «Algo»), en México 71.52% (40.61% «Poco» y 30.91% «Algo»), y en Uruguay 70.13% (25.97% «Poco» y 44.16% «Algo»). Esta tendencia sugiere que en estos países, aunque no se percibe un progreso sustancial, tampoco se considera que no haya habido ningún avance, indicando una visión más matizada de los esfuerzos anticorrupción.