
Los datos revelan que una proporción significativa de evangélicos latinoamericanos carece de empleo formal, con un promedio regional cercano al 35%. Honduras lidera con 58.87% sin trabajo, seguido por Panama (53.76%), El Salvador (52.91%), Costa Rica (52.14%) y Brasil (47.62%). En el extremo opuesto, México (9.64%), Argentina (11.84%) y Ecuador (20.54%) muestran los porcentajes más bajos de evangélicos sin empleo. Esta disparidad de casi 50 puntos porcentuales entre Honduras y México sugiere realidades económicas radicalmente diferentes, donde más de la mitad de evangélicos en algunos países centroamericanos no participa en el mercado laboral formal, posiblemente debido a economías informales, desempleo estructural o dedicación exclusiva a labores domésticas.
La preocupación por la provisión material encuentra eco en las palabras de Jesús en Mateo 6:31-33: «No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». La inseguridad laboral que enfrentan millones de evangélicos latinoamericanos representa una prueba de fe donde deben confiar en la provisión divina mientras buscan oportunidades de sustento. Esta realidad económica desafiante también crea oportunidades para que las iglesias evangélicas demuestren amor práctico mediante programas de capacitación laboral, microempresas y apoyo comunitario.
La categoría «Muy preocupado» por quedar sin empleo muestra niveles alarmantes en Ecuador (27.68%), Bolivia (17.79%) y México (21.69%). Estos porcentajes indican que aproximadamente uno de cada cinco evangélicos vive con ansiedad severa sobre su estabilidad laboral futura. En contraste, Honduras (7.53%), Panama (8.81%) y Costa Rica (9.64%) presentan los niveles más bajos de preocupación extrema, paradójicamente siendo países con altos porcentajes de población sin trabajo. Esta aparente contradicción sugiere que en países con mayor desempleo estructural, las expectativas laborales son más bajas o existe mayor adaptación a economías informales, reduciendo la ansiedad específica sobre perder empleos formales.
La suma de las categorías «Preocupado», «Poco preocupado» y «No está preocupado» revela que México lidera en niveles combinados de preocupación con 68.67% (34.94% + 23.49% + 10.24%), seguido por Argentina con 58.95% (31.58% + 13.16% + 34.21%) y Chile con 52.89% (27.27% + 11.57% + 14.05%). Estos datos indican que en países con mercados laborales más dinámicos, la preocupación por el empleo es más pronunciada, posiblemente porque los evangélicos están más integrados en economías formales donde el desempleo representa una amenaza real. Brasil muestra un patrón interesante con 47.62% sin trabajo pero solo 15.87% muy preocupado, sugiriendo adaptación a la informalidad económica.
La categoría «No está preocupado» alcanza sus niveles más altos en Argentina (34.21%), Paraguay (21.48%), Uruguay (20.25%) y República Dominicana (20.40%), indicando que aproximadamente uno de cada cinco evangélicos en estos países no siente ansiedad sobre su situación laboral futura. Los niveles más bajos de despreocupación se encuentran en Perú (9.61%), Costa Rica (16.07%) y Brasil (10.48%). Esta distribución sugiere que factores culturales, sistemas de protección social y expectativas económicas varían significativamente entre países, influyendo en cómo los evangélicos perciben y procesan la inseguridad laboral en sus contextos particulares.
El panorama laboral evangélico latinoamericano revela tres realidades simultáneas: alta proporción sin empleo formal (35% regional), niveles significativos de preocupación laboral (70% combinando todas las categorías de preocupación) y marcadas diferencias nacionales en cómo se experimenta la inseguridad económica. Países centroamericanos como Honduras (58.87%), Panama (53.76%) y El Salvador (52.91%) enfrentan las mayores tasas de población sin trabajo, mientras que México (9.64%) y Argentina (11.84%) muestran mayor participación laboral formal. La paradoja notable es que países con más desempleo no necesariamente muestran mayor preocupación extrema, sugiriendo normalización de la informalidad económica. Esta realidad desafiante requiere que las iglesias evangélicas desarrollen estrategias integrales de apoyo económico, capacitación vocacional y fortalecimiento espiritual para ayudar a sus miembros a navegar la incertidumbre laboral con fe y resiliencia práctica.