La tendencia predominante revela que la mayoría de evangélicos latinoamericanos no han experimentado victimización directa reciente. El Salvador lidera con 88.35% respondiendo «No», seguido por Panamá (84.18%) y Venezuela (81.79%). Costa Rica registra 78.93% y Guatemala 78.68%. Sin embargo, países como México muestran mayor vulnerabilidad con solo 40.12% indicando no haber sido víctimas, mientras que Ecuador presenta 51.12% y Argentina 60.81%. Esta distribución sugiere disparidades significativas en la seguridad experimentada por las comunidades evangélicas según el contexto nacional.
La realidad de la inseguridad encuentra eco en Salmos 91:3: «Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.» Esta promesa bíblica cobra especial relevancia para las comunidades evangélicas que, aunque confían en la protección divina, enfrentan las realidades del delito en sus sociedades. La fe no los exime de las circunstancias adversas, pero les proporciona esperanza y fortaleza para enfrentar situaciones de victimización cuando ocurren.
La categoría «Pariente» muestra concentraciones notables en ciertos países: Perú lidera con 27.50%, seguido por Ecuador (27.35%) y México (27.54%). Colombia registra 25.23% y Argentina 22.97%. Esta tendencia indica que aproximadamente una cuarta parte de los evangélicos en estos países ha experimentado victimización indirecta a través de familiares cercanos. La victimización familiar genera impacto psicológico y social significativo en las comunidades religiosas, extendiendo las consecuencias del delito beyond las víctimas directas.
La respuesta «Ambos» presenta porcentajes relativamente bajos pero significativos: México lidera con 22.75%, seguido por Chile (6.61%) y Ecuador (7.62%). Esta categoría representa la doble victimización, donde tanto el encuestado como algún pariente han sido afectados por delitos. Los porcentajes más altos en México (22.75%) y Chile (6.61%) sugieren contextos de inseguridad más complejos donde la victimización múltiple afecta núcleos familiares completos dentro de las comunidades evangélicas.
La victimización personal directa («Usted») muestra variaciones importantes: Chile presenta el mayor porcentaje con 18.18%, seguido por Ecuador (13.90%) y Paraguay (10.74%). Argentina registra 9.46% y México 9.58%, mientras que países como El Salvador (3.29%) y Bolivia (3.02%) muestran niveles considerablemente menores. Esta distribución sugiere que factores contextuales nacionales, más que la afiliación religiosa, determinan los niveles de victimización directa experimentados por los evangélicos.
Los datos revelan un panorama heterogéneo de seguridad entre evangélicos latinoamericanos, con países como El Salvador, Panamá y Venezuela mostrando menores índices de victimización (sobre 80% respondiendo «No»), mientras que México, Ecuador y Chile presentan mayor vulnerabilidad. La victimización familiar (parientes) afecta consistentemente entre 20-27% de evangélicos en varios países, indicando que la inseguridad trasciende la experiencia individual y impacta núcleos familiares completos. Esta realidad desafía a las comunidades evangélicas a desarrollar estrategias pastorales y sociales que aborden tanto la prevención como el acompañamiento a víctimas del delito.