La categoría «Practicante» predomina como autoidentificación religiosa entre evangélicos latinoamericanos, con un promedio regional de 40%. México lidera con 49.12%, seguido por Perú (48.12%), Colombia (47.20%), Chile (45.61%) y Ecuador (45.00%). En el extremo opuesto, Argentina (21.54%), Honduras (30.30%), Costa Rica (30.65%) y Uruguay (32.76%) presentan los porcentajes más bajos de autoidentificación como practicantes, indicando que menos de un tercio de evangélicos en estos países se describe con este término. Esta distribución de casi 28 puntos porcentuales entre México y Argentina sugiere interpretaciones variables del concepto «practicante» o diferencias reales en intensidad de compromiso religioso entre contextos nacionales.

La práctica religiosa encuentra fundamento bíblico en Santiago 1:22: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos». La autoidentificación como «practicante» refleja tensión entre identidad nominal y compromiso activo con la fe. Aproximadamente 40% de evangélicos que se describe como «practicante» sugiere que consideran su fe como práctica activa, no meramente herencia cultural o afiliación pasiva. Sin embargo, el hecho de que 60% restante se distribuye entre «no muy practicante», «muy practicante» y «no practicante» indica diversidad significativa en intensidades de compromiso religioso, desafiando nociones simplistas de que todos los evangélicos mantienen niveles uniformes de devoción y observancia religiosa.

La categoría «No muy practicante» alcanza niveles preocupantes en Costa Rica (43.91%), México (42.11%), Bolivia (39.30%) y El Salvador (39.54%). Estos porcentajes indican que aproximadamente cuatro de cada diez evangélicos en estos países reconocen tibieza espiritual o compromiso limitado con prácticas religiosas, sugiriendo brecha significativa entre identidad evangélica nominal y participación activa en vida congregacional. Argentina (36.92%), Colombia (36.92%), Ecuador (35.45%) y Uruguay (36.21%) también superan el 35% en esta categoría. La alta proporción de evangélicos «no muy practicantes» representa desafío pastoral urgente: ¿cómo reactivar compromiso entre creyentes que mantienen identidad evangélica pero exhiben participación limitada en prácticas que tradicionalmente definen fe evangélica como estudio bíblico, oración, asistencia congregacional y testimonio evangelístico?

La categoría «Muy practicante» revela núcleos de evangélicos altamente comprometidos, liderados por Brasil (27.30%), Venezuela (25.49%), Paraguay (23.17%), Uruguay (20.69%) y Honduras (19.01%). Estos porcentajes indican que aproximadamente uno de cada cuatro a cinco evangélicos en estos países se identifica con niveles elevados de práctica religiosa, representando el núcleo más devoto y activo de comunidades evangélicas. En contraste, México (3.51%), Argentina (7.69%), Costa Rica (8.78%) y Colombia (11.21%) presentan porcentajes significativamente menores de «muy practicantes», sugiriendo que núcleos de alta devoción son más pequeños en estos contextos. Guatemala (16.41%), República Dominicana (16.50%), Ecuador (15.00%) y Panama (14.08%) ocupan posiciones intermedias, con aproximadamente 15% de evangélicos altamente comprometidos.

La categoría «No practicante» alcanza niveles alarmantes en Argentina (33.85%), Costa Rica (16.67%) y Honduras (17.63%), indicando que aproximadamente uno de cada tres evangélicos argentinos se identifica explícitamente como no practicante, manteniendo identidad evangélica nominal sin práctica religiosa activa. Panama (12.98%), Paraguay (10.98%), Uruguay (10.34%) y República Dominicana (10.46%) también superan el 10% de no practicantes. En contraste, Brasil (3.81%), Ecuador (4.55%), Colombia (4.67%) y Venezuela (5.88%) presentan los porcentajes más bajos de no practicantes, sugiriendo que identidad evangélica en estos contextos está más fuertemente asociada con algún nivel de práctica religiosa. Chile (9.65%), El Salvador (8.93%), Perú (7.53%) y Guatemala (7.32%) mantienen niveles relativamente bajos de no practicantes, indicando que menos del 10% mantiene identidad evangélica puramente nominal.

El panorama de práctica religiosa evangélica latinoamericana revela heterogeneidad significativa en intensidades de compromiso religioso. La distribución regional aproximada muestra 40% como «practicantes», 35% «no muy practicantes», 17% «muy practicantes» y 8% «no practicantes», indicando que solo aproximadamente 57% de evangélicos (sumando «practicantes» y «muy practicantes») mantiene compromiso activo moderado a alto con su fe, mientras 43% restante (sumando «no muy practicantes» y «no practicantes») exhibe compromiso limitado o ausente. Argentina presenta el patrón más preocupante con 33.85% no practicantes y solo 7.69% muy practicantes, sugiriendo secularización significativa donde identidad evangélica se mantiene culturalmente pero sin práctica religiosa correspondiente. Brasil muestra el patrón opuesto más saludable con 27.30% muy practicantes y solo 3.81% no practicantes, indicando mayor coherencia entre identidad y práctica. México lidera en «practicantes» (49.12%) pero tiene solo 3.51% muy practicantes y 42.11% no muy practicantes, sugiriendo compromiso mayoritariamente moderado sin núcleos fuertes de alta devoción. Costa Rica presenta desafío particular con 43.91% no muy practicantes y 16.67% no practicantes, totalizando 60.58% con compromiso limitado o ausente. Estas variaciones nacionales sugieren que «evangélico» como identidad abarca realidades extraordinariamente diversas: desde núcleos altamente devotos que practican disciplinas espirituales rigurosas hasta mayorías con compromiso moderado hasta minorías significativas que mantienen afiliación nominal sin práctica correspondiente. Las iglesias evangélicas enfrentan el desafío estratégico de fortalecer compromiso entre mayorías «practicantes» que podrían profundizar devoción, reactivar a «no muy practicantes» que están en riesgo de abandono total, y comprender factores que producen «no practicantes» que retienen identidad evangélica sin participación religiosa, fenómeno que desafía suposiciones tradicionales sobre naturaleza del compromiso evangélico y sugiere que secularización y nominalisimo, típicamente asociados con catolicismo, también afectan crecientemente a comunidades protestantes latinoamericanas que históricamente se definieron precisamente por contraste con catolicismo nominal mediante énfasis en conversión personal, compromiso activo y práctica religiosa consistente como marcas distintivas de identidad evangélica auténtica.

 

 

Categorías: Entrada